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Sinfonía Argentina, sin opus (2008)

Duración: 50 minutos

Orquestación: Coro, piano solista y gran orquesta: 3(III- Piccolo/Flauta contralto en Sol).3(III= Corno inglés).3 -en Si bemol- (III= Clarinete bajo).3(III= Contrafagot) - 4.3.3.1 - Timbales - Percusión - Guitarra - Celesta - 2 Arpas - Cuerdas.

Tipo de Obra: Orquesta, Obras vocales/corales

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Estreno mundial:  por la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires y el Coro Estable del Teatro Colón el 20 de octubre de 2011 en el Teatro Colón bajo la dirección del Maestro Carlos Bertazza. Para la ocasión César Angeleri fue el guitarrista invitado y Horacio Lavandera el solista en piano.

Video: con extractos del ensayo previo al estreno mundial y entrevistas a Carlos Bertazza, César Angeleri y Horacio Lavandera.


Esta pieza fue escrita en conmemoración de las celebraciones del Bicentenario Nacional 1810-1816 / 2010-2016.

Movimientos:


I. De la arena

II. Del mar

III. Del ser

IV. De los pueblos

 

Editor original: BARRY EDITORIAL. Representantes exclusivos para todo el mundo.

 

Comentario:

“La composición comenzó una tarde de agosto de 2008 después de recibir un llamado de Alejandro Roemmers, autor de los poemas, invitándome a componer la música para una sinfonía con coro, piano y orquesta. Se inició así un proceso creativo conjunto que tomará vida en cada presentación de esta obra.

El rasgo más importante del proceso previo a la composición, fue el período inicial de encuentros, que llevó varios meses de pruebas, de muestras y modelos, en la búsqueda de una definición del concepto general de la forma, del contenido y de la estética.

Al mismo tiempo, analizábamos especulativamente las posibles variantes de interpretar los poemas y su relación con el mundo sonoro que los debía contener. Creo que el resultado tendrá siempre infinitas interpretaciones, no sólo porque esta partitura logra y permite tener múltiples lecturas, sino porque estamos hablando de música, un arte inmaterial que no se puede ver ni tocar y sólo puede ser apreciado por los sentidos.

Inicialmente concebido como una obra en dos grandes movimientos, convinimos en que se necesitaban cuatro para desarrollar otros tantos simbolismos centrales: la tierra, el agua, el ser y los pueblos.

Cada movimiento contiene una singularidad temática, una coloración orquestal propia y principalmente, un tono de sensación particular.

A esto se agrega que los instrumentos funcionan como símbolos o personajes: el coro es el inconsciente colectivo, el piano es el yo. La orquesta representa las realidades externas, y como estos, muchos más detalles que nos inspirado melodías y texturas.

La idea es que cada uno haga del sonido su propio mundo y crezca en él”.

Así describe el proceso creativo de esta obra el autor de la música, Daniel Doura. Su Sinfonía Argentina, terminada en 2009, exige un importante despliegue de fuerzas, orquesta completa, con maderas a tres, cuatro cornos, tres trompetas, tres trombones y tuba más timbales, tres percusionistas así como las cuerdas habituales, coro mixto de considerables dimensiones y un grupo de solistas: piano, dos arpas y celesta a los que se agrega guitarra en el último movimiento.

Esta obra, nos explica el propio compositor, “tiene una simbología instrumental, donde cada grupo representa distintos aspectos de las posibles realidades que cada ser experimenta”, mientras el coro se identifica con el inconsciente colectivo, el piano solista con el yo y la guitarra, que añade un matiz de sabor autóctono, sería una expresión del sentir popular. Consta de cuatro movimientos de estructura independiente, que no guardan ninguna relación formal con las partes que otrora conformaban una sinfonía. Creación muy visual, es una música que evoca imágenes: en primer término paisajes, luego personajes y más tarde situaciones espirituales, psíquicas o físicas, todo referido a la relación hombre-tierra. Hayun abundante empleo del contrapunto, tanto melódico como de alturas, texturas o instrumentación, mientras el lenguaje de Doura está firmemente enraizado ne la tonalidad y con extensos pasajes modales.

El primer movimiento, De la arena, se vincula con el suelo y con las bellezas geográficas y sus misterios. Es un Andante moderato de forma tripartita, con una sección inicial, de 48 compases (hacia cuyo fin aparece el coro a ocho voces), que actúa como marco de toda la sinfonía. A todo lo largo de esta sección hay un importante juego imitativo (fugatos, cánones y un pasacaglia en los bajos) en el que intervienen tanto la orquesta y el coro como los instrumentos solistas. Al final la música se va desvaneciendo poco a poco para concluir con el piano y las voces cada vez más suaves.

Del mar nos habla del agua como origen de la vida y también del desafío que significó para los antiguos descubrir nuestras tierras. Es un Moderato que abren tres ‘ocean drums’ (delgados tambores que en su interior contienen bolillas metálicas y que al ser movidos generan sonidos parecidos al del rompes de las olas en la costa) y un coro a boca chiusa. Un dilatado interludio orquestal que crece en animación para luego serenarse, precede a la entrada de las voces mientras piano y arpas añaden su toque de color a las texturas. Este movimiento también termina de manera delicada, aunque en este caso es la percusión la que tiene la última palabra.

Del Ser se refiere a la esencia universal del hombre, pero aquí adaptada a nuestra cultura. Si en los dos tiempos anteriores el piano había tenido un discurso destacado, aquí se convierte en protagonista fundamental. Este fragmento, marcado Un poco Allegro e di fantasia, incluye corales que son el eje sobre el que pivota toda la composición y dos importantes pasajes para piano sólo, de marcado juego imitativo; el primero que se inicia como un trío, con violín y violonchelo; el segundo que pone fin al movimiento y que se diluye entre los armónicos de tres violines.

De los Pueblos es el homenaje a todos los pioneros y a quienes dieron lo mejor de sí para nuestro país. Es un Allegro un poco moderato que abre un coro a cuatro voces sobre un mínimo apoyo instrumental. En la parte central del movimiento, los solos de guitarra parecen rivalizar con los del piano y retorna el complicado juego contrapuntístico entre ellos y los diversos grupos. El tiempo, la animación y el trabajo instrumental y coral se van incrementando paulatinamente, hasta desembocar en la zamba final, que pone brillante broche a la partitura.

 

Comentario de Carlos Singer publicado en el programa de mano del Concierto nº  15 de la Temporada Oficial 2011 de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires.